Las infusiones y las decocciones son dos métodos de preparación de hierbas y plantas medicinales utilizados para extraer sus propiedades y beneficios. Aunque ambos implican la utilización de agua caliente, existen diferencias en la forma en que se lleva a cabo cada método y en los resultados obtenidos.
Una infusión es el proceso de verter agua caliente sobre las partes blandas y delicadas de una planta, como hojas, flores y tallos tiernos. Se utiliza agua recién hervida y se deja reposar durante un período de tiempo determinado, generalmente entre 5 y 15 minutos. Durante este tiempo, los compuestos solubles de la planta se disuelven en el agua, creando una bebida que se puede consumir. Las infusiones se utilizan principalmente para obtener los beneficios medicinales y aromáticos de las plantas, como infusiones de hierbas, té y tisanas.
Por otro lado, una decocción implica hervir las partes más duras de la planta, como raíces, cortezas y semillas, durante un tiempo más prolongado para extraer sus componentes. Se coloca la planta en agua fría y se lleva a ebullición, se hierve durante un período de tiempo que puede variar entre 15 y 60 minutos y luego se deja reposar. La decocción se utiliza principalmente para extraer los principios activos de las partes más duras de las plantas, ya que requieren más tiempo y calor para liberar sus propiedades medicinales.
En resumen, la principal diferencia entre infusiones y decocciones radica en las partes de la planta utilizadas y en la duración del proceso de extracción. Las infusiones se hacen con partes blandas y se dejan en agua caliente durante un corto período de tiempo, mientras que las decocciones se hacen con partes más duras y se hierven durante más tiempo para extraer compuestos medicinales. Ambos métodos tienen sus aplicaciones y se utilizan según las necesidades específicas de cada planta y sus beneficios deseados.